22 de septiembre de 2008

“Marinería…que veinte años no es nada…” (Primera parte)


“Marinería…que veinte años no es nada…”

...Así reza un viejo tango, y es verdad, en ocasiones el tiempo vuela. Y a veces es como una racha fuerte en una mar gruesa, sopla tan solo unos cuantos segundos, uno piensa en las jarcias, el palo, las velas.Hasta donde aguanta todo esto te preguntás, al instante la racha se apaga, pero pareció una eternidad.
Así fueron estos veinte años en los muelles, lanchas, pilotera y regatas, pasaron muy rápido, pero las rachas de la vida, al igual que las del laburo, cargaron fuerte y ablandaron obenques, rifaron paños y cortaron espineles, que la correntada se llevo con los anzuelos que prometían enganchar algunos sueños…





Pero vamos, que también la Marinaría me brindo un aprendizaje fascinante de las maniobras de guinches, armado de canchas de regatas, salvamentos, vivencias llenas de emocion, adrenalina y miedos con esas olas que estremecen al mas guapo.La Marinería me dio una mutual, un aporte jubilatorio, y, lo mas importante de mi vida, la posibilidad de tener y ver crecer junto a su madre, a dos crianzas increíbles que llenaron mi vida de felicidad .Claro que no fue fácil, con tantos gobiernos difíciles en Argentina. Con directivos que no han sabido manejar un club de vela, ni han tenido roce con los muelles, ni consideración con los hombres que siempre cuidaron sus intereses y hasta sus vidas en el vasto Atlántico.Tampoco fue fácil convivir con empleados que no aman el mar, que la necesidad los derivó a un trabajo del que nunca se enamoraron.



…que veinte años no es nada, y a la vez es un cacho de vida…mis hijos tienen catorce y diecisiete años.Oír del Náutico, hablar de su gente, mis constantes conflictos y las historias junto al “Viejo Atilio y al singular Philip”, han sido parte de su infancia, me acuerdo que los lleve un día en el bote de madera del Viejo, y en la legendaria Storni, a ellos y a mi sobrina Naybi, navegamos hasta los lobos…les pareció una travesía hacia el confín del mar…
Los bretes sindicales, las cuentas que amenazaban con llevarse el sustento, las rencillas internas entre marineros por alguna changa, también animaron estos veinte años.Horas y horas invernales en “el Puente amarillo” que dieron lugar a meditaciones, lecturas y hasta iniciar la escritura de alguna novela…Los días levantando el ancla de la Elisa Romeo con el Viejo, y las piedras del Morro de la norte , donde había pescado en toda mi juventud, aun recuerdo la primera vez que las vi desde el agua, junto al patrón de la Maria Madre, Alberto Dubal, la primera vez que salí al mar, de marinero.No tengo memoria de cuantas veces vomite al principio, y después había que levantar todas las bollas del recorrido, y por supuesto, la antigua ancla de cepo de la lancha …”que veinte años no es nada…"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante todo esto del Mar.UN abrazo y mucha suerte.Ulises.